23.6.15

26-10-2013 Qué es la prostitución y qué daños produce

Ponencia presentada en las Jornadas: “Mar del Plata le dice NO a la trata”. Mesa interinstitucional de lucha contra la trata de personas. 26-10-2013. Mesa sobre: La asistencia a las víctimas del delito de trata de personas.
Título: “Qué es la prostitución y qué daños produce”. Lic. Leonor G. Núñez. Coordinadora de la Comisión frente al trabajo esclavo, la explotación, la trata y el tráfico de personas de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos – APDH-Argentina.

Agradezco al Fiscal Daniel Adler la invitación a participar en éstas Jornadas. 

Al finalizar ésta mesa ofreceré a quien lo requiera asesoramiento pautado en la confidencialidad y el anonimato sobre éstos temas.

Desde muchos años atrás la APDH viene manifestándose tanto en el paí­s como en fueros de NNUU frente al delito de la trata por entender que además de ser un problema de seguridad también lo es de derechos humanos.

Este año avanzamos al constituir una Comisión específica integrada por Gilou García Reinoso, María Elena Naddeo, Natalie Naveira y los abogados Paula Alvarado -a cargo de la problemática de los pueblos originarios y Pablo Pérez Ledesma.

El delito de trata se configura como una violación de los DDHH cuando los responsables directos o indirectos son agentes del Estado o cuando ocurre porque el accionar del Estado resulta insuficiente para prevenir investigar o sancionar, es decir por omisión o negligencia en el accionar de dichos agentes, dado que sostenemos la responsabilidad excluyente del estado como garante de los derechos humanos. No obstante, reconocemos y asi lo hemos informado en NNUU, las políticas públicas que se han desarrollado en los últimos años están revirtiendo el escandaloso silencio estatal que por décadas terminó prohijando a la institución prostibularia y a su inevitable consecuencia: la trata.

Como organismo histórico de DDHH entendemos que a la vez de exigir eficacia al Estado en la lucha contra el delito de trata, tanto para explotación sexual o como para explotación laboral, será indispensable concientizar sobre las problemáticas sociales que generan las condiciones para que éste delito ocurra y que en el imaginario social son opacadas por prejuicios sexistas, étnicos, homofóbicos o de clase.

Los dos principales determinantes son en el primer caso, la institución prostibularia: una de las formas más antiguas y populares del desprecio y la discriminación contra las mujeres.
Y en el segundo caso, la discriminación hacia sectores empobrecidos, particularmente los pertenecientes a etnias de pueblos originarios.
   
Desde el principio de los tiempos históricos se plasmó la hegemoní­a de un sexo sobre el otro. Heródoto ya contaba los habituales secuestros de mujeres en los comienzos. Y en la historia escrita por varones se creó la leyenda de la prostituta. Ora sagrada, ora militar, ora como si fuera una salida laboral. Inclusive asignándole esa categoría a mujeres que se atrevieron a expresar autonomía o a ejercer el poder. Los ejemplos bíblicos son variados y testimonian el reconocimiento a una institución milenaria que aspiramos a poner en crisis.
Para quien le interese traje una biblia católica con las citas marcadas. Sé lo difícil que es escuchar un punto de vista diferente al que es tendencia, cuando un filtro de creencias, prejuicios y mitos anestesiantes bloquean los sentidos. Sin embargo, para analizar rigurosamente a la institución prostibularia es indispensable comenzar por  deconstruir el *mito de la prostituta*. Es decir, obligarnos a evitar esa denominación que impone tomar un rasgo como si bastara para definir y otorgar identidad.  Coincido con Silvia Chejter cuando interroga sobre quién es el sujeto de la prostitución. Para quienes sostenemos que es la demanda la que determina a la oferta – ésta será la única alusión económica que plantearé sobre la prostitución- en oposición a la refutable y pre keynesiana Ley de Say que sostiene que la oferta determina la demanda, se hace evidente que el sujeto de la prostitución es quien prostituye o dicho de otro modo es quien demanda poder prostituir.

 Claro está que éste planteo además de modificar el discurso también lo hará con la interpretación de los roles y de las responsabilidades. Es la razón por la que en los documentos de la APDH sobre ésta grave problemática social encontrarán que nos referimos exclusivamente a la “situación de prostitución” interpretando que eso es lo que se intentó expresar cuando al legislar se sostiene que “la prostitución no está penalizada y sí lo está la explotación de la prostitución ajena. El “mito de la prostituta” se infiltró en éste aparente juego de palabras y la repetición acrítica cristalizó el malentendido. Porque si la institución prostibularia no estuviera prohibida no habría razón alguna para sostener la figura delictiva del proxeneta o del/a regente.
La naturalización de la identificación de las mujeres con la prostitución es de tal grado de irracionalidad que automáticamente cuando se habla de prostitución se piensa en una mujer a la que se etiqueta como prostituta.

En resumen: lo que no está penalizado es la situación de prostitución. Lo que hace la persona parada en la esquina o dentro del prostíbulo es exponerse a ser prostituída por una simple razón: nadie puede prostituirse en soledad debe ser otra persona quien la prostituya. Desde éste punto de vista la expresión *se prostituye* debería referirse a quien prostituye y no a quien es prostituída/o. Cuando roban a alguien no lo comunicamos diciendo *se roba*, tenemos claro que el o la ladrona es otra persona porque nadie se roba a sí misma.

La definición tradicional de la prostitución como canje de sexo por dinero por su variopinta interpretación genera confusión –a veces tan descabellada como para afirmar que el matrimonio podría considerarse una de las formas- describiré a la situación de prostitución en una imagen algo bizarra pero que grafica la escena prostibularia como “penetraciones seriales de todos los orificios factibles de ser penetrados por diferentes códigos genéticos, es decir siempre por diferentes varones”. Y me refiero sólo a varones porque el número de las prostituidoras de varones o de mujeres se restringe casi exclusivamente a grupos de muy altos ingresos y continúa careciendo de toda significación estadística.
Entonces: quien ejerce la prostitución es quien prostituye y nunca quien es prostituída/o.   

La institución prostibularia tiene establecidas sus normas en todo el planeta, es transcultural y goza de una popularidad similar al deporte preferido de cada lugar, aquí, por ejemplo, es tan popular como el futbol. De ahí el reconocimiento de las dificultades para cuestionarla. Pero el coraje para discutir su razón de existir no surgió por generación espontánea, lo hemos obtenido –como es mi caso- en el transcurso de más de cinco décadas por constatar una y otra vez los daños excepcionales –y renegados por la mencionada popularidad- que a veces son irreversibles, otros generan la transformación de personas prostituídas en replicadoras de daños ejerciendo funciones de promotoras, facilitadoras, reclutadoras, regentas/es o proxenetas y otras personas afectadas cometen suicidio. De entrada son dos las situaciones básicas que debe enfrentar una persona en situación de prostitución: el miedo y el asco. Es habitual el uso de sustancias para disolver la repulsión y el temor como también para darse ánimo y poder transformar su intimidad en pública.
Algunas/os  integrantes del equipo de salud hemos asumido el imperativo ético de denunciar a la institución prostibularia como institución dañina y criminal, opacar o negar sus consecuencias individuales, sociales y culturales equivaldría a una evidente complicidad.
Por ésto nos hemos comprometido en el apoyo a las personas que habiendo vivido o viviendo en situación de prostitución reconocen sus efectos y la denuncian. Son personas, mujeres, personas trans o varones que enfrentan su realidad con valentía y un gran compromiso social para poner en crisis a ésta institución milenaria y ahora tan mediática. Parten de una subjetividad prostituída y en muchos casos arrasada y realizando un portentoso trabajo
anímico recuperan su autonomía emocional, de pensamiento y de acción y se proyectan a un futuro -en muchos casos comenzando por alfabetizarse- de  recuperación de derechos, de reparación personal y de su red social.

Existen grandes dificultades para difundir los daños prostibularios. Los registros y las estadísticas brillan por su ausencia. En relación a los daños físicos, recabar datos médicos es un arduo trabajo. Algunas/os médicas/os directamente niegan atender personas en prostitución, otras reconocen que no han publicado nada. Los datos más conocidos se refieren a las ITS. En una entrevista personal una médica a cargo de un CESAC de CABA me refirió que en las personas expuestas a la prostitución es muy frecuente la infección por el VPH, se registran casos de sífilis con secundarismos y también congénita, hepatitis B, C y VIH. También dolores habituales en mamas y en genitales. Y en cuánto a lesiones, los desgarros anales con incontinencia fecal son más frecuentes que en el resto de la población y más aun los desgarros de cuello de útero.  La institución prostibularia tiene como característica ejercer una especie de *atrapamiento* aunque no implique encierro. El *atrapamiento* es psíquico y vincular. Determina con quien interactuar y con quien no. La subjetividad se construye en relaciones de poder y el poder prostibulario es omnímodo. Determina un léxico particular, modos defensivos violentos o fóbicos, estimula la capacidad de fabulación e instala a la persona en un magma de desconfianza generalizada. La lista de daños es demasiado extensa como para continuar ahora, pero su conocimiento nos autoriza a sostener que son daños excepcionales, por su profundidad y permanencia. Por ej. es la única actividad que expone al embarazo no deseado.

Sin embargo, circulan argumentos en defensa de los prostíbulos –cualquiera sea la denominación encubridora que se elija-, de las zonas de prostitución o de *la esquina*. En cualquier caso, la persona expuesta a la prostitución –con o sin proxeneta pero siempre bajo algún tipo de tutela policial, enfrenta:
al asco, a la violencia, a situaciones de consumo de sustancias psicoactivas propias o de quien la prostituye a la demanda de niñas o niños –recomiendo leer la investigación coordinada por Silvia Chejter *La niñez prostituída* y particularmente en lugares cerrados a la demanda de exotismo. Sonia Sanchez nos comentaba días atrás que en Chaco se están demandando niñas de pueblos originarios en lugar de mujeres dominicanas.

Sólo negando la condición humana igualitaria de todas las personas y los daños múltiples, diversos y excepcionales que produce la institución prostibularia, es posible aceptar que continúe existiendo.


Las leyes para perseguir los delitos de explotación sexual y trata son necesarias pero insuficientes si no las correspondemos con los imprescindibles cambios culturales a los que estamos convocando. Por supuesto, esto es sólo un esbozo, el tema da para un seminario. Muchas gracias.

22-05-2013 Exposición de APDH en Asamblea Gral. de NNUU sobre prostitución y trata

http://www.apdh-argentina.org.ar/sites/default/files/u6/DocAPDHProstityTrataNNUU22052013.pdf

6-02-2013 APDH. Informe declaracion Sobre trata de personas y prostitucion en Argentina

APDH - Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
http://www.apdh-argentina.org.ar/Informe_declaracion_sobre_trata_de_personas_y_prostitucion_en_Argentina

Desde comienzos de la década de los 90 en todo el mundo se registra un aumento inusitado de trata de personas en el marco de la globalización de la economía de mercado. Por ésta situación las Naciones Unidas impulsaron en el 2000 en Palermo (Italia) un Protocolo (*) con el objetivo de controlar y erradicar ésta aberrante actividad. La definición adoptada incluyó tres elementos.
Las acciones de captación: Transporte y/o traslado –dentro del país, desde o hacia el exterior- y el acogimiento o recepción.
Los fines: como promover, facilitar u obtener provecho de cualquier forma de comercio sexual, reducir a esclavitud, imponer trabajos o servicios forzados, extracción ilícita de órganos o tejidos humanos.
Y los medios comisivos por los cuales se anula o se limita la capacidad de decisión cuando las víctimas sean mayores de 18 años. Éstos medios son:  la violencia, el engaño, el fraude, la amenaza, el abuso de autoridad o la situación de vulnerabilidad, la intimidación o la coerción, concesión o recepción de beneficios para obtener el consentimiento de quien tenga autoridad sobre la víctima. Así, cuando la víctima no podía probarlos se suponía que habría consentido su propia explotación.


 En nuestro país la Ley 26.364/08, si bien tificó y federalizó el delito de trata, al incluir esa caracterización terminó motivando el cuestionamiento de activistas por los derechos de las mujeres de varios países que reclamaban omitir los medios comisivos, ya que en mayores de 18 años posibilitaban presumir el consentimiento de las víctimas y la consecuente impunidad de proxenetas y tratantes.  Dicha caracterización constituyó un retroceso frente a la legislación -resultante de la primera ola de trata externa en el país- que estableciera ya en 1937, tanto la prohibición de locales para prostitución como de la promoción y facilitación de la prostitución: Ley 12.331 artículos 15 y 17. Ésta posición
fue corroborada en 1949 por la Res. Nº 317 de la Asamblea de las NNUU en el Convenio para la represión de la trata de personas y de la Explotación de la prostitución ajena (**) y por la Convención para la eliminación de toda forma de discriminación contra las mujeres de 1979 (***), ambos instrumentos ratificados por nuestro país. Cabe señalar que el delito de trata se configura cuando las acciones descriptas más arriba persiguen fines de explotación y está en juego la libertad de autodeterminación.
La explotación de la prostitución ajena genera el mayor número de víctimas de trata en Argentina –entre 85 y 90%- el resto es por explotación laboral, adopciones ilegales y comercio de órganos.
La –situación de- prostitución es legal en nuestro país, de ahí que la persecución de las personas prostituídas –más allá de su sexo y género-, establecida por algunos códigos contravencionales provinciales que persisten, contraviene leyes vigentes. Nuestras leyes sí condenan tanto al proxenetismo -Art. 126 del CP “promoción o facilitación de la prostitución ajena”-, como al rufianismo -Art. 127 del CP “explotación de la prostitución ajena”-.

La Ley 26.842/12 modifica a la ley 26.364 en varios aspectos reclamados por las organizaciones de DDHH: elimina los medios comisivos y reafirma la responsabilidad de autores, partícipes, cooperadores o instigadores aun ante un supuesto consentimiento de las víctimas de trata y explotación de personas. También impulsa además de una política pública de promoción social y defensa integral de las víctimas para la restitución de sus derechos, actividades para la concientización social y la capacitación.

Es sabido que las leyes son tan necesarias como insuficientes si la sociedad elude su responsabilidad, por lo que un cambio cultural es imprescindible aunque requiera mucho tiempo y esfuerzo.
Si varios estudios demuestran la oferta permanente de niñas y niños en los prostíbulos de Argentina (por ej. UNICEF, 2001) razón por la que en 2005 el Consejo de niñas, niños y adolescentes de CABA desarrolló un Programa de atención –discontinuado- serán necesarias actividades de concientización hacia quienes prostituyen.
Si transcurrieron décadas -desde 1937- sin condenas de tratantes, proxenetas y rufianes, situación que sólo comenzó a revertirse recientemente y en cambio abundaban las condenas a personas prostituídas, será necesario apoyar los esfuerzos, por ejemplo de la Corte Suprema de Justicia por capacitar a integrantes del Poder Judicial. Sobre todo para que pueda reconocerse lo determinante que puede ser para una persona vivir en estado de vulnerabilidad social de generación en generación.

Tareas que la APDH continuará promoviendo y llevando a cabo para la protección de los DDHH de las personas afectadas y del resto de la comunidad.



(*) Protocolo complementario de la Convención de las NNUU contra la delincuencia organizada transnacional del 2000, ratificado por Argentina en 2002.

(**) Cuyo Preámbulo afirma: “Considerando que la prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas para fines de prostitución, son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana y ponen en peligro el bienestar del individuo, de la familia y de la comunidad”.

(***)Artículo 6. Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para suprimir todas las formas de trata de mujeres y explotación de la prostitución de la mujer.













22.5.08

VIH/SIDA: Integración=Prevención vs ...

VIH/SIDA: Integración=Prevención vs. Discriminación=Daños – Actualizado -
Artículo incluído en la 2ª. Edición de: “DISCRIMINACIÓN: Un abordaje didáctico desde los derechos humanos”. Elaborado y editado por la Comisión de Educación de la A.P.D.H. Asamblea Permanente por los Derechos Humanos con el auspicio del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 2005.
La historia sociocultural del VIH/SIDA registra una singular y siniestra paradoja. Por una parte se trata de una pandemia caracterizada por el mayor avance en conocimientos (biomédicos, psicosociales, culturales y económicos) en situaciones de epidemias jamás registrados en la historia humana. Al mismo tiempo, dichos conocimientos han sido y son condicionados y distorsionados en sus efectos benéficos por prácticas, modos de intercambio y discursos utilitarios, discriminatorios, mistificadores, represivos y en todo caso favorecedores de la expansión de la pandemia.
La construcción, de prejuicios discriminatorios y mitos de riesgo de infección, miedo y discriminación se originaron, a mi entender, en las primeras noticias erróneas difundidas en la década de los 80', por funcionarios de salud de los Estados Unidos. Impacta que los efectos señalados aún persistan. Es que como en toda epidemia, pero particularmente en las que incluyen la transmisión sexual, tan necesaria es la información como su análisis crítico. Las creencias y los estilos de poder que se ejercen en las relaciones sexuales, resultan determinantes a la hora de establecer hábitos para la preservación de la salud, la vida y el placer.
Así, para que la información coadyuve a la inteligencia de la problemática, a la prevención y a la asistencia eficaces, debe reunir ciertas características: ser realista, fundamentada, documentada, comprobable y contenedora. Lejos estuvo, la información circulante por aquellos años, de reunir éstos requisitos básicos.
Ya comenzada la 3ª. década de la epidemia aún sufrimos las consecuencias de los primeros anuncios, nacidos de: la perplejidad, el miedo pánico frente a una enfermedad emergente, los prejuicios sobre la sexualidad humana y (en aquel entonces) la ignorancia del equipo de salud, tanto sobre el agente causal como por consiguiente, sobre las medidas más adecuadas para la prevención y la asistencia de VIH/SIDA.
En aquel entonces se carecía de tratamientos eficaces.
Contra lo que esperábamos, en todo éste tiempo, los prejuicios contra las personas que viven con VIH/SIDA además de persistir se han sofisticado y los mitos de riesgo en relación al VIH se han diversificado.
Esta situación ha motivado a ONUSIDA (Programas contra el VIH/SIDA de las agencias de Naciones Unidas) a centrar a las últimas campañas mundiales tanto en el estigma, la discriminación y los derechos humanos, como en la concientización del incremento del riesgo de infección en mujeres. A los objetivos de "prevenir, reducir y, en última instancia, eliminar el estigma y la discriminación relacionados con el VIH/SIDA, dondequiera que se produzcan y en todas sus formas" se agrega la necesidad de trabajar por la equidad entre ambos sexos.
La persistencia de la discriminación contra las personas que viven con VIH/SIDA o sus familiares, particularmente en ámbitos laborales y educativos resulta una injusticia y una equivocación inadmisible.
Aquellas primeras comunicaciones suponían erróneamente que el origen de la epidemia de VIH se debería a expresiones de la sexualidad humana que se diferencian de la predominante heterosexualidad. Al respecto se desplegaron, sin pudor alguno, floridos argumentos antidemocráticos e irracionales atribuyendo a la heterosexualidad una delirante "inmunidad moral" (sic) frente al VIH.
Eran habituales las referencias a una supuesta peste rosa o cáncer gay tanto en escritos de los equipos de salud como en los medios masivos de comunicación social, cuando aún se desconocía al agente causal y sus vías de transmisión . Al mismo tiempo los casos de mujeres y niñ@s infectad@s prácticamente se silenciaban. Aún hoy puede comprobarse, hasta en ciertos textos universitarios, la referencia errónea y repetida hasta el hartazgo, a un supuesto comienzo de la epidemia en "hombres blancos homosexuales" (sic). Este error sólo resultaría patético si no continuara produciendo diversos tipos de daños.
Toda la población fue y es confundida. La discriminación como estrategia de trato de inferioridad, de exclusión de oportunidades iguales, de descalificación moral, en relación a la epidemia de VIH/SIDA ha tenido resultados catastróficos. En la comunidad heterosexual se generó la ilusión de invulnerabilidad. En tanto en la comunidad homosexual que también fue y es culpabilizada; se llegó a creer que se trataba de un "virus ideológico", es decir, un rumor con meros fines intimidatorios que carecería de riesgo de infección. Así, muchas personas comenzaron a establecer medidas de autocuidado recién cuando tuvieron referencia de enfermos de su inmediato conocimiento. Pero como la epidemia de VIH/SIDA es una realidad biológica-social concreta, puede producirse por: 1) la transmisión sexual (por ausencia de protección) y más allá del sexo de las personas involucradas. 2) por transmisión sanguínea (transfusiones de sangre infectada e intercambio de elementos punzo-cortantes.
3) por transmisión de la mujer que vive con VIH y a su hij@ durante el embarazo, el parto (cuando no se ha tratado y programado para prevenir la infección por VIH) o el amamantamiento.
Así, se produjo un sostenido aumento de casos de SIDA en mujeres seguido de un inusitado número de casos en niñ@s. Es decir, tanto la discriminación contra sexualidades diferentes a la predominante heterosexualidad; como la discriminación contra las personas que viven con VIH/SIDA (PVVS) o contra las mujeres (violencia física y/o simbólica o violación de sus derechos sexuales/reproductivos ) generaron y generan condiciones favorables para la expansión de las epidemias de VIH/SIDA.
Muchos integrantes de equipos de salud llegaron a incumplir la instrumentación "universal y permanente" de las medidas de bioseguridad, cuando atendían a personas que sus prejuicios consideraban exentas de riesgos, bajo el pretexto de "tener buen ojo clínico". En cambio, son innumerables los casos de negativa a la atención médica, odontológica y psicológica a PVVS. Fue necesaria una permanente acción comunitaria en defensa de los derechos de las PVVS para revertir ésta situación. Tal situación en muchos casos tambien afectó (paradójicamente) a integrantes de equipos de salud. Es que, quien más discrimina menos se protege.
Asimismo, florecieron mitos de riesgo en relación al origen del virus, a la conducta de las personas que viven con el virus, a curas mágicas y a la supuesta inevitabilidad tanto de la enfermedad SIDA como de los efectos indeseables de los medicamentos antivirales.
Un ejemplo del surgimiento de curiosas creencias erróneas lo comprobé en una gran extensión de nuestro país: que la epidemia habría comenzado en 1995, año del fallecimiento de un actor estadounidense. Lamentablemente su coraje de enfrentar el riesgo de la descalificación social, en lugar de suscitar el reconocimiento social para muchos sólo representó la confirmación de sus prejuicios.
Por entonces, creo que tantos prejuicios discriminatorios lograron que, la primera Campaña del Ministerio de Salud (1987 a 1989) -la única que recibiera el Premio Pléyade por su perfil integrador, en defensa de los derechos humanos de todos- pasara injustamente al olvido. En relación a los conocimientos actuales sobre el origen de la epidemia de VIH, el Dr. Manuel Gómez Carrillo del Centro Nacional de Referencia para el SIDA de Argentina refiere: “ de acuerdo a evidencias científicas concretas, el VIH tiene origen en virus similares que infectan diversas especies simianas (chimpancés, macacos.etc.). La infección de personas con virus de los simios es un evento que ha sido demostrado en Africa Central a partir de la caza de estas especies con fines alimenticios. Según estudios realizados en la década del 90 se pudo establecer que ocurrieron varios eventos de infección en humanos entre 1920 y 1940 que llevaron a la adaptación del virus a la especie humana dando origen al VIH que conocemos actualmente”.
La epidemia de VIH/SIDA comenzó a fines de la década de los 70' en Africa y Estados Unidos,
en registros históricos han quedado demostrados casos aislados en hombres y en mujeres desde fines de la década de los 50' en el hemisferio norte y en Africa. En nuestro país el primer caso en un hombre se diagnósticó en 1982 y en una mujer en 1987. En aquel entonces la relación hombre-mujer era de 91, hoy se redujo a 2.9.
La mayoría de las mujeres infectadas se reconocen heterosexuales y no consumen drogas por vía endovenosa. He constatado que en algunos casos se discrimina a las mujeres que viven con VIH/SIDA cuando se les deniega el derecho a procrear, aunque las nuevas estrategias de prevención del VIH en el embarazo y el parto son muy eficaces. Parecería que ésta circunstancia configura un límite para quienes militan contra el aborto y aún en casos humanitarios (violación o anencefalia) . El VIH sí les suele parecer una causal suficiente para abortar. Si bien sabemos que internacionalmente se acepta que los derechos individuales pueden limitarse por razones de salud pública (OPS), en relación a la epidemia de VIH/SIDA todas las limitaciones han resultado contraproducentes. En epidemias anteriores, la característica principal del control tradicional de las enfermedades de transmisión sexual fueron la aplicación de prohibiciones y sanciones (OPS). La problemática del VIH/SIDA obligó a establecer innovadoras estrategias, creo que la más importante es el aporte de las mismas PVVS a las estrategias preventivas y asistenciales, además del compromiso comunitario de los equipos de salud y educación.
Pensemos que ésta epidemia irrumpió en pleno auge de la antibioticoterapia y otras tecnologías biomédicas, cuando se suponía posible el control inmediato de cualquier patología. Hubo que enfrentar varios malentendidos, como por ejemplo la demanda de realización de pruebas prematrimoniales, como si se tratara de una infección controlable por un tratamiento de corto plazo. En realidad, se trata de una infección crónica que puede ser tratada de por vida. Razón por la cual las pruebas prematrimoniales eran sólo eficaces instrumentos de discriminación pero, inútiles para la prevención. Sí, resulta imprescindible la consulta médica infectológica. En cuanto a la responsabilidad de las PVVS en la transmisión sexual es necesario reconocer que la responsabilidad es común a todas las personas. Establecer un grado de responsabilidad mayor por el hecho de vivir con VIH/SIDA oculta una forma refinada de discriminación, el problema del VIH/SIDA es de toda la especie humana y todas las personas deberán asumir su propia responsabilidad. Una de las estrategias que logramos superar fue la denominada “investigación de contactos”, por sus efectos represivos y persecutorios. Los beneficios de su reemplazo por la metodología del Asesoramiento preventivo y asistencial han resultado comprobables tanto en: el autocuidado, como en el compromiso de las personas que viven con VIH/SIDA para con el tratamiento médico, como en el cuidado hacia sus parejas sexuales y en el fortalecimiento de su red social.
Por último, es necesario tener presentes las dos acepciones del verbo discriminar. En primer lugar: distinguir, discernir, apreciar dos cosas como distintas o como desiguales. Es decir, es una operación intelectiva indispensable para la comprensión y el conocimiento. En cambio, la 2da. acepción se refiere a una acción en relación a otros: dar trato de inferioridad a una persona o a una colectividad por motivos religiosos, raciales, políticos, etc. Resulta de fundamental importancia evitar la confusión entre una y otra acepción. Son otras las epidemias que requieren el aislamiento de las personas para su propia protección y la del resto de la población. Muy por el contrario, la epidemia de VIH/SIDA podrá ser enfrentada con eficacia si y sólo si es posible lograr la integración de las PVVS, con cuyo aporte hemos podido defender los derechos de todos y aprender a enfrentar las epidemias a escala humana.*
Lic. Leonor Nuñez - Psicóloga. Asesora sobre VIH/SIDA en D.O.S.U.B.A. e integrante del Consejo de Presidencia y las Comisiones de Salud y de La Mujer y sus Derechos de la APDH y Acción Solidaria En Salud. Junio 2005.

19.9.07

Frente a la prostitución de niñas y mujeres

SESION ABIERTA DE LA LEGISLATURA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

6 de Marzo
DIA MUNDIAL DE LA MUJER 1998
COMISION MUJER, INFANCIA,ADOLESCENCIA Y JUVENTUD
LLAMADO AL COMPROMISO ETICO/POLITICO FRENTE A LA PROSTITUCION DE NIÑAS Y MUJERES
En los últimos años la práctica de la prostitución se ha incrementado, diversificado y está siendo promocionada como si fuera una alternativa saludable a la desocupación. Se han elaborado argumentos pseudo progresistas presentando a la prostitución como si fuera otra forma de la práctica de la libertad, sin embargo, en la asistencia de personas que ejercieron o ejercen la prostitución prestando o demandando el servicio y en intervenciones comunitarias se comprueban permanentemente las dañinas consecuencias a nivel individual y comunitario. Los esfuerzos por legitimar esta actividad por parte de la industria de la prostitución y de las industrias conexas como el turismo, tráfico de drogas, transporte, hotelería, medios masivos de comunicación y la informática, llega a la pretensión de plantearla como políticamente correcta. Quienes la defienden como práctica de la libertad entran siempre en la misma paradoja, nunca la recomiendan para sus hijas, salvo que ya las estén prostituyendo.
En mis 37 años de observación comunitaria la comprobación de violencia simbólica y/o física hacia las personas que prestan servicios de prostitución ha sido una constante. No hay prostitución sin violencia. Hoy sólo es más sofisticada y la capacidad de control que tienen los operadores, sobre todo con el agregado del tráfico y consumo compulsivo de drogas, es prácticamente ilimitado en tiempo y espacio, además no hay prostitución sin sometimiento y/o tráfico de personas.
El compromiso que propongo a las mujeres con cargos políticos es de: desenmascarar los medios y los fines de esta práctica de sometimiento genital frente a la cultura de la doble moral y el encubrimiento. La actual economía desocupante, empobrecedora y de exclusión social es sin duda uno de los determinantes más fuertes de la expansión de la prostitución. Dicen los actuales desocupados europeos "El que siembra miseria recoge la cólera". Aquí estamos en una etapa previa en la que se acepta la miseria y la prostitución funciona como coartada. Una lectura ingenua será inevitablemente cómplice.
Ahora la práctica política dispone de recursos argumentales y de investigación para el abordaje sistematizado de los problemas sociales. Las creencias erróneas pueden ser desmanteladas aunque tengan sólidas raíces culturales. Tanto la naturalizaci6n de la mujer come si fuéramos asexuadas o del hombre come cliente prostituidor o la supuesta cura de las ITS (infecciones de transmisión sexual) a través de una relación genital con niñas, muestran la determinante importancia del manejo ético/técnico de estas cuestiones por parte de quienes ejercen cargos políticos. Se trata de superar el nivel de los prejuicios.
Los artículos 38 y 35, de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sostiene que "ampara a las víctimas niñas y/o adultas de la explotación sexual". El primer amparo debería ser político. Creo que el problema de la prostitución es un analizador muy preciso de la consistencia ética de la defensa de los derechos humanos. Poder efectivizarlos requerirá además, la toma de conciencia para desenmascarar esta industria encubierta del más sofisticado y profundo sometimiento genital de cada vez más niñas y mujeres. Buscar una alternativa a la encerrona de los intereses industriales, la economía desocupante y las creencias erróneas sobre la prostitución es una tarea pendiente que requiere políticas públicas consecuentes con los objetivos de "promoción del desarrollo humano en una democracia fundada en la libertad la igualdad la solidaridad la justicia y los derechos humanos". Tal como fue consagrado por nuestra constitución.
Lic. Leonor G. NuñezACCION SOLIDARIA EN SALUD- Teléfono 4932-6341
Moreno 2755 Dto. 3.C.A.B.A. accionsolidariaensalud@uolsinectis.com.ar

27.9.06

Diversidades: Límites y oportunidades en derechos sexuales y reproductivos.

Publicación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
Con el auspicio de la Funadación Ebert – Setiembre 2001.
Buenos Aires- Argentina
DIVERSIDADES: LIMITES Y OPORTUNIDADES EN DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS.
Brevísima historia
La actual denominación de derechos sexuales y reproductivos corresponde a una serie de aspectos y problemas que desde el comienzo de la historia de la humanidad se despliegan en el curso de la vida de toda mujer. Desde la perspectiva del género mujer autónoma expondré algunos de los temas que más frecuentemente me plantean en las consultas, tanto en la práctica de la psicología clínica como comunitaria. Es la base empírica del modelo de asesoramiento y capacitación que continúo desarrollando.

Algo más centrada en el género mujer, que la definición que Fathalla planteara para la OMS en 1992, E. Pantelides enumera dentro de la concepción de salud reproductiva a: "...la sexualidad, el embarazo, la anticoncepción, el aborto, la infertilidad, la maternidad, la lactancia, la mortalidad materna, la menopausia, las enfermedades de transmisión sexual, otras enfermedades del aparato
reproductor, el (VIH)/SIDA, la mutilación genital, la supervivencia de los hijos". Sin embargo, considero que sería pertinente incluir otros aspectos de
gran relevancia tales como: en primer lugar las capacidades de valoración y de defensa del género como mujeres autónomas y de la integridad física y subjetiva.
Porque, salvo excepciones prácticamente toda forma de violencia contra la mujer tambien supone alguna forma de violencia sexual y/o de género. Aludo tanto a las expresiones de violencia simbólica como física. Entre ellas, un ejemplo paradigmático es la promoción, el reclutamiento y tráfico para la prostitución de niñas y mujeres. En ésta problemática social, las manifestaciones de
violencia, cubren un amplio espectro de cuestiones que van del polo físico al simbólico.
En segundo lugar la educación sexual basada en los derechos humanos con sus más recientes desarrollos específicos sobre las niñas y las mujeres.

Pero, no por antiguas todas éstas cuestiones están superadas o dejan de ser dinámicas. Por el contrario, aún hoy continúan presentando una permanente transformación en su abordaje y significación. Así al principio ha sido la medicina (entonces entroncada con la filosofía), la disciplina que se ocupó de su estudio y atención estableciendo por siglos un sesgo particular. A lo sumo con el tiempo se fueron incluyendo aspectos relacionados con políticas demográficas. Tal como señala E. Pantelides, los más recientes aportes de las ciencias sociales y particularmente el movimiento de las mujeres hicieron factible..."superar el tratamiento tradicional ... de los aspectos de salud de la reproducción humana como (si fuera) sólo un asunto de salud materno-infantil" (Fathalla, 1992).

Por otra parte, según refieren S. Correa y R. Petchesky, la denominación "derechos reproductivos" tiene un origen reciente surgiendo probablemente en los Estados Unidos en 1979. En ese entonces las activistas de la Red Nacional por los derechos reproductivos en los Estados Unidos llevaron la propuesta a la Campaña Internacional por los Derechos al aborto a principios de los ochenta. Según Berer (1993), en la Reunión Internacional sobre Mujeres y Salud en Amsterdam (1984) la campaña oficial cambió su nombre por el de Red Global de las Mujeres por los Derechos Reproductivos.
Aunque resulte un hito en la defensa de los derechos de las mujeres, el hecho de que recien en 1993 los Estados hayan aceptado considerar como una violación a los derechos humanos a toda violación de los derechos específicos de las mujeres (Conferencia de Viena), debería resultar un ejemplo harto elocuente de las dificultades para deconstruir la naturalización de la dominación sobre las mujeres.

En Argentina, Sara Torres recuerda haber participado en grupos de mujeres feministas que en los 70' planteaban la despenalización del aborto.
La importancia de todas éstas acciones estriba en haber facilitado el centramiento de la salud reproductiva en las necesidades de las mujeres.
Más recientemente aún han comenzado a considerarse las necesidades propias de los varones por ej. en estudios sobre roles de género y conducta reproductiva (G. Infesta Domínguez).

Sin embargo, los procesos no siempre representan progresos y los progresos
-aunque se los considere universales- pueden ser precarios o coexistir con situaciones retrógradas. Un ejemplo son las voces de alarma sobre los derechos adquiridos en el pasado, y cuya pérdida significaría un franco retroceso. En los últimos años desde el sector de los empleadores se viene solicitando modificar el Convenio 103 de la OIT a fin de flexibilizar las normas para la protección de la maternidad. Como señala D. Barrancos, es preocupante que los estados miembros puedan, excluir total o parcialmente del campo de aplicación del Convenio a categorías limitadas de trabajadoras o de empresas, tal como figura en uno de los proyectos.

Las diversidades: oportunidades y límites
Desde mi experiencia de cuatro décadas de trabajo en salud vengo comprobando que las cuestiones abarcadas por los derechos sexuales y reproductivos configuran el área más compleja y conflictiva del campo de los derechos humanos. La tan proclamada universalidad de los derechos humanos
viene sufriendo restricciones en algunas regiones, particularmente en relación a los derechos sexuales y reproductivos. Además, los mismos, son afectados por una serie de paradojas: sólo voy a centrarme en las que considero más relevantes. En primer lugar, éstos son los derechos más condicionados por una variopinta gama de objeciones muchas veces sustentadas incluso por quienes sufren las consecuencias de su violentación. Este singular obstáculo contribuye a profundizar el hiato abierto entre los cada vez más refinados desarrollos argumentales para la defensa de los DDSS y RR y el acceso efectivo a la salud sexual y reproductiva.
Por ejemplo, el mismo término empoderamiento, surgido de la Conferencia Mundial de Población y Desarrollo de El Cairo en 1994, ha resultado de gran utilidad para fundamentar legitimidad de la oposición a toda forma de control de la fecundidad contra la voluntad de la mujer, desde las esterilizaciones masivas de algunos gobiernos hasta los tabúes religiosos. Y así lo remarcaban, en éstos días, las "Radialistas Apasionadas" de Ecuador en la Red Informativa de Mujeres de Argentina.

En 2° lugar, en la actualidad simultáneamente al desentendimiento del Estado, del cuidado de la salud de los sectores de mayor vulnerabilidad por empobrecimiento, se está produciendo la mayor oferta de la tecnología biomédica más sofisticada de la historia. Por añadidura, cuando se trata de insumos de última generación , el mercado los ofrece como si fueran servicios o productos suntuarios. Ergo, su inaccesibilidad es obvia. Los ejemplos de mayor relevancia, por la masividad de la demanda, son los anticonceptivos orales y los preservativos masculinos. Tanto la efectividad e inocuidad (en el
primer caso) como la calidad para garantizar la bioseguridad (en el segundo caso) siempre están en relación directa con su costo.
Los argumentos de los funcionarios públicos que gerencian el denominado achicamiento del Estado en el área salud, resultan falaces, contradictorios y particularmenrte corrosivos de los derechos de la población empobrecida. Comenzando por el derecho a la información y siguiendo por todo lo demás. Suelen alardear ahorros en la compra de insumos que deben distribuirse gratuitamente omitiendo advertir que la calidad de los mismos no siempre está garantizada. En muchos casos l@s usuari@s suponen que el hecho de ser provistos por instituciones públicas es en sí mismo una garantía de calidad. Así, la población recibe un doble mensaje: "Nosotros le suministramos ésto para que Ud. proteja su salud, pero, para reducir nuestro presupuesto hemos adquirido los más económicos. Por consiguiente, como no podemos garantizar su calidad tal vez no proteja su salud".

Esta realidad parece constituir la expresión sanitaria del hecho que viene denunciando Noam Chomsky: "al aumentar la circulación de los capitales disminuye la de los derechos humanos". Es que a diario puede comprobarse que la actual crisis por decadencia ético-político-económica ha sumido a las instituciones públicas de salud y educación en una inédita situación de miserabilidad. Su consecuencia es que, tal grado de carencias no se agota en la falta de resursos materiales y humanos, tambien afecta a la calidad del trato hacia las personas que necesitan ser asistidas. Una cuestión de fundamental importancia en el campo de los derechos sexuales y reproductivos.

Las objeciones: valores, miedos y creencias
Que los obstáculos para ejercer éstos derechos se presenten en las
instituciones y ámbitos que deben garantizarlos es una realidad muy extendida y de conocimiento público. Pero que tambien aniden en algunos sectores de la población a la que se trata de proteger es una dificultad singular que es necesario atender.
Una dificultad que a mi entender, obliga a prever tanto una sucesión de crisis en los modelos de abordaje, como su consecuente ajuste.
Los datos recogidos en las actividades de capacitación que venimos realizando en distintas comunidades de nuestro país desde la Comisión La Mujer y sus derechos de la APDH (por ejemplo) son coincidentes, no obstante ser el tema de mayor demanda el abordaje de los DDSSyRR despliega un gran abanico de resistencias. En éstas interjuegan valores, miedos y creencias.

Las citadas objeciones culturales y religiosas tienen diversas implicancias.
Cuando son manifestadas por integrantes del equipo de salud (indistintamente mujeres o varones) pueden llegar a formar parte de las denominadas "objeciones de conciencia" y tener amparo jurídico. Al respecto aclaro que, lejos de abrir juicio de valor, sólo trato de incluir en éste suscinto inventario los obstáculos reales y específicos para el ejercicio de los DDSS y RR. Creo que sólo así podremos construir alternativas realistas.

Son frecuentes las objeciones culturales y religiosas a la toma de decisiones autónomas por parte de las mujeres y a la aplicación de determinadas técnicas. Por ejemplo, en los talleres con participación mixta aparecen voces masculinas (aunque tambien de algunas mujeres) reclamando la continuidad de todo embarazo sin considerar ninguna situación adversa y suponiendo que todas las mujeres que toman la decisión de la interrupción lo harían sin experimentar sufrimiento alguno. En las consultas individuales se repiten los mismos argumentos. Considero que la negación de los conflictos dolorosos que sufren las mujeres en éstas circunstancias es tambien una forma de violencia. Intentar imponer el reconocimiento de un derecho en éstas condiciones puede resultar totalmente contraproducente. Frente a las objeciones basadas en creencias la información y la comunicación, son tan
indispensables como insuficientes. Toda creencia tiene un peso formidable y suele operar como dispositivo de tamizaje, distorsión y/o bloqueo de datos científicos, observables y/o experiencias.

Desde luego, no todas las creencias son erróneas, pero, por el momento me refiero sólo a éstas últimas. Pueden establecerse como representaciones sociales (opiniones públicas) o estructurarse como mitos (R. Malfé) que articulan la fantasmática individual y colectiva. Estas singulares tramas argumentales amalgaman: recuerdos gozosos y traumáticos, la historia familiar, las configuraciones vinculares, el estatus social, los miedos, las creencias, la red social de contención, la autovaloración, los proyectos y otros aspectos de la vida de cada persona.

Es necesario poder discernir entre argumentaciones que incluyen mitos y aquellas que sólo contienen planteos desestructurados. Las estrategias de abordaje del equipo de salud, debieran ser idóneas para poder adecuarse a los
diferentes grados de complejidad argumental que planteen quienes consultan. Hoy por hoy todavía se supone erróneamente que basta con dar información. Planteo en cambio, que cuando podemos advertir que enfrentamos el despliegue de un "mito de riesgo de daño" debemos trabajar las implicancias de las presiones sociales representadas por prejuicios discriminatorios y/o descalificatorios. Un ejemplo es el que he denominado "el mito del profesor de tenis". El relato generalmente ubica la historia en un country y en el seno de la familia de un ejecutivo, quien al realizar análisis médicos prequirúrgicos le informan que está infectado con el virus de la inmunodeficiencia humana. A partir de entonces, se despliegan todos los argumentos que existen para justificar que, la única posibilidad de infección habría sido la transmisión por relaciones sexuales mantenidas con su conyuge. Despues de negarse, la mujer (en éste caso) admite que le realicen las pruebas de detección de anticuerpos para VIH los que resultan positivos. Posteriormente reconoce haber mantenido relaciones sexuales con el profesor de tenis del country en quien tambien se comprueba la infección a VIH. Con diversas variantes, en muchas ocasiones he recogido éste relato en localidades muy distantes entre sí, desde Misiones hasta Tierra del Fuego. Desde luego, nunca fue posible establecer mayores precisiones sobre sus protagonistas. Sí, en cambio, aparecen como constantes que: la mujer -a la que como siempre se le asigna un rol pasivo- es culpabilizada de infectar a un esposo que le habría sido fiel a rajatabla y por añadidura tambien se la presenta como ignorante e incapaz para mantener una relación sexual protegida. Espero que a ésta altura, los comentarios huelguen.

Con éste enfoque intento posibilitar una lectura lo más ajustada posible a la realidad concreta para lograr eficacia en la defensa de éstos derechos.
Es que en relación a la salud en general pero, más aún en torno a la sexualidad se suele optar por hacer aquello que coincide con las creencias y los valores,
y aún cuando puedan contradecir a la información y a los conocimientos.
Las creencias y los valores siempre se presentan estructurados en la
singularidad de la historia personal y familiar. La contradicción señalada se
puede constatar más allá del nivel de información e instrucción, de la disponibilidad de los desarrollos tecnológicos y hasta del estatus social como integrante de la comunidad o como integrante del equipo de salud (EDS).

Sin embargo, en crisis económicas-sociales como la actual la situación puede complejizarse aún más, llegando en algunos casos a privilegiarse los soportes materiales por sobre otros valores. Por ej. aceptando mantener relaciones sexuales sin protección para la prevención de embarazos no deseados o ETS (enfermedades de transmisión sexual). Ocurre tanto en relaciones estables monogámicas (seriadas o únicas) como en situaciones de prostitución.

Los argumentos justificatorios de la exposición a riesgos confluyen más allá de las circunstancias apuntadas: miedo a la desconfianza de la pareja, miedo a perder la protección material, en algunos casos indispensables para la propia subsistencia o la de los hijos.
Eva Giberti realizó -en Seminarios que organicé y dicté en colaboración con otros profesionales en la Facultad de Psicología de la UBA de 1989 a 1994- un valioso aporte para la comprensión de ésta encerrona y para la búsqueda de alternativas realistas y éticas. Decía Eva Giberti en 1989: "El SIDA nos obliga a reflexionar en términos de paradojas". Y ejemplificaba "la permanente tensión entre nuestros deseos y nuestros saberes" con la siguiente escena:
-Mujer: "Querido, ponete el preservativo".
-Varón: "¿ Cómo, desconfiás de mí?"
-Mujer: "Bueno, no te lo pongas".
La que plantea la paradoja es la mujer, el varón lo que hace es negarse a aceptarla...La paradoja no es de la pareja. La mujer lo ama y se pregunta: "¿Cómo hago para no desconfiar?". Y se contesta: "Pero sí, tengo que desconfiar." El, decía Eva Giberti, la tiene clarita: "Yo no me lo pongo porque no gozo".
Desde luego en éste ejemplo la pareja despliega un criterio erróneo, aunque
bastante común (en realidad con el aprendizaje del uso correcto y consistente del preservativo y lubricante acuoso además de preservar la salud tambien pueden preservar el placer). Pero además, queda invisibilizado el malestar de la mujer. Porque con la utilización del preservativo masculino, como tambien señalara E. Giberti, tambien la mujer pierde sensaciones placenteras. Sobre todo si no incorpora lubricante acuoso.

Un modelo de asesoramiento para el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos:
S. Corea y S,. Petchesky al definir el terreno de los derechos reproductivos y sexuales en términos de poder y de recursos responden en gran medida a los condicionamientos que vengo señalando. Ellas sostienen: "Poder para tomar decisiones informadas acerca de la propia fecundidad, de tener hijos, de criarlos, de la salud ginecológica y de la actividad sexual. Recursos para poder llevar a cabo tales decisiones de manera segura y efectiva. Entendidos como libertades o elecciones privadas no tienen sentido, especialmente para los más pobres y marginados, si no se aseguran las condiciones de posibilidad de su práctica...condiciones que constituyen los derechos sociales e incluyen el bienestar social, la seguridad personal y la libertad política".

Es posible constatar con frecuencia que el campo de los derechos sexuales y reproductivos es donde se manifiestan con mayor claridad y contundencia las
desigualdades de oportunidades tanto entre los dos sexos como en relación a las diversas sexualidades.
Por ej. es notable el esfuerzo de todas las religiones por modelar todo lo referente a la sexualidad haciendo caso omiso a la singularidad de la historia de cada persona.

Y como para dejar claramente establecido hasta donde los derechos sexuales y reproductivos dependen de los derechos de las mujeres, es preciso recordar
que ciertas religiones, culturas o políticas demográficas de algunos Estados (el
caso de China es ilustrativo), han establecido incluso la violentación de su integridad corporal. Me refiero a las mutilaciones genitales o aun a los asesinatos de niñas, adolescentes y mujeres. Cuando menos, podemos comprobar la intromisión en la vida privada a través de normas restrictivas de la capacidad de decisión autónoma personal.

Además en nuestro medio,resulta insoslayable reconocer los efectos culpabilizadores, sancionatorios y promovedores de sometimiento para aquellas mujeres que se diferencian del estereotipo aun dominante: mujer dependiente-madre-ama de casa, por parte de ciertas teorías y prácticas
Psicológicas que todo lo reducen a supuestos conflictos de la subjetividad profunda de las mujeres.
Claro que otra variante, y muy frecuente, es la indicación de fármacos. Tal como demostró Mabel Burín, "muchas rebeldías fueron aplacadas por medio de la medicalización".

Partir del reconocimiento de alta complejidad limita desde luego todo
voluntarismo y al mismo tiempo impone, la apertura hacia otros saberes y recursos. Es una alternativa para enfrentar con eficacia los crecientes obstáculos para la protección de la salud sexual y reproductiva y la prevención de los riesgos de daños que la puedan afectar. Trabajar con el sostén de una red multidisciplinaria e intersectorial debería constituirse una pauta de
abordaje insoslayable para todo el equipo de salud.

Con frecuencia es posible comprobar tanto en ámbito público como privado
la paradojal invocación a la hoy considerada como "políticamente correcta" "perspectiva de género", simultáneamente al despliegue de la dificultad o
imposibilidad para aceptar las particularidades del género mujer, sobre todo si se trata de una mujer autónoma. Particularidades que, como toda construcción social, muestran. tanto el reforzamiento como el refinamiento de discursos y prácticas misóginas.


Acuerdo con la propuesta de S. Correa y R. Petchesky de fundamentar las acciones de defensa de los derechos sexuales y reproductivos en la integridad corporal , el ejercicio como persona, la igualdad y la diversidad. Hemos trabajado con ésta matriz de principios en talleres de concientización y capacitación y, las propuestas de redes y recursos que surgieron de los mismos, resultaron consistentes con las necesidades de las participantes y
facilitaron el despliegue de las peculiaridades locales.

El principio de la integridad corporal resulta de la mayor relevancia para la libertad reproductiva y sexual por implicar el control sobre el propio cuerpo
(al decir de B. De Spinoza: nuestro primer instrumento de poder). Su valoración da acceso a la conciencia de la importancia del autocuidado frente al riesgo de la pérdida (de la condición saludable). La conciencia de riesgo es una alternativa creativa al miedo pánico, porque posibilita la construcción de dispositivos adecuados de protección que pueden poseer dos características de fundamental importancia en relación a la salud sexual y reproductiva: ser modificados para adecuarlos a los cambios de la historia personal -por ej. una nueva pareja o una enfermedad- y para preservar el placer. El miedo en cambio siempre genera conductas de riesgo, bloqueo perceptivo, huída, rechazo, ocultamiento... pese al dicho popular ... muchas son las veces en que
el miedo es zonzo. La información puntual es por esto eficaz, sólo raras veces.

Más adecuada a éstas problemáticas complejas es la estrategia del asesoramiento. Su disponibilidad permanentemente en servicios gratuitos es una deuda pendiente para con la población. Mientras tanto seguiremos recogiendo distintas versiones de conductas de riesgos por creencias erróneas. Ya en 1972, Saúl Biocca (maestro de la educación para la salud argentina) advertía sobre el uso indebido de anticonceptivos orales como si fueran preservativos de las enfermedades de transmisión sexual. Aún hoy continuamos encontrando vigente tan disparatado argumento. Aunque creo
que el colmo ha sido la sorprendente confección de fundas artesanales en tela de algodón, que en la década del ochenta nos refirieron mujeres de zonas carenciadas como "los preservativos" que ellas elaboraban para "evitar" las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos.

Tambien es necesario hacer hincapié en las oportunidades para la defensa de éste principio. En nuestro país, y en cuanto a los recursos jurídicos, la ley 25.087, "desde una perspectiva de género reconoce mejor la experiencia de las mujeres" al establecer el cambio del título de "delitos contra la honestidad" a "delitos contra la integridad sexual de las personas. Asimismo se reemplazó "abuso deshonesto" por "abuso sexual". M. Rodríguez y S. Chejter señalan que el cambio del bien jurídico debe interpretarse de modo tal que se excluyan las alusiones, interrogatorios y pruebas que pretendan indagar sobre la existencia o no de la llamada "honestidad" de las víctimas.
El principio del ejercicio como persona se expresa en el derecho a la autodeterminación, a la autonomía en la toma de decisiones, a la dignidad. Las anteriores referencias a las niñas y mujeres prostituídas, los mitos misóginos de riesgo y los condicionamientos económicos ilustran con meridiana claridad las limitaciones concretas que es necesario enfrentar.

En cuanto al principio de la igualdad, y siguiendo a S. Correa y R. Petchesky podríamos considerarlo con referencia a la relación entre varones y mujeres y tambien a la relación de las mujeres entre pares. Las asimetrías entre los géneros en éste campo a veces se expresan contradictoriamente. Las adolescentes con hermanos varones del mismo grupo etario lo plantean con frecuencia. Los padres suelen sobreprotegerlas a ellas y descuidarlos a ellos, con el argumento que más los insufla: ellos tienen que aprender a hacerse cargo de sí mismos, responsabilizarse. Claro que, frente a la procreación, tal actitud se vaporiza y se convierte en lo contrario. Las que en tal caso tendrían que asumir todos los riesgos serían las mujeres.
Otro terreno en el que desde hacen varios años vengo planteando es, la necesidad de establecer modificaciones en los registros de vigilancia
Epidemiológica. Hasta hace muy poco tiempo, y en algunas zonas aún hoy,
invisibiliza a las mujeres afectadas por enfermedades de transmisión sexual.
Salvo, claro está en relación a la epidemia de VIH/SIDA frente a la que en cambio existe una suerte de "furor estadístico". En el resto se omite la desagregación por sexo.
Pero, hay más. Los datos sobre casos de personas que viven con VIH/SIDA y son tratadas con antirretrovirales tambien ocultan las diferencias entre mujeres y varones. En cambio, se repite aquí la preocupación por el rol de las mujeres en la reproducción. La mayor parte de la información sobre mujeres que viven con VIH/SIDA se limita a la denominada transmisión perinatal.

Es curioso que situaciones de igual inequidad se encuentren desplegadas en los diferentes grupos de mujeres. Muchas antiabortistas se transforman automáticamente en abortistas frente a una mujer embarazada que viva con VIH, aunque se tengan sobradas evidencias de su singular autocuidado y de su cuidado hacia los demás. Ni qué hablar de las mujeres lesbianas. Por lo menos en nuestras comunidades urbanas y más frecuentemente entre adultas y
mayores, encuentro que como argumento descalificatorio plantean dudas sobre la condición de mujeres de las mujeres lesbianas. Quienes así las discriminan enmudecen ante pruebas de sentimientos tiernos, de un desempeño profesional exitoso o de una maternidad sin mayores conflictos.
Aunque paulatinamente y por sectores, la sociedad comienza a comprender en la diversidad sexual una de las formas de la diversidad humana. La integración, es así, la respuesta solidaria frente a la discriminación que en ocasiones puede afectar a la integridad física.

Como vemos el respeto por las diferencias entre las mujeres es una cuestion pendiente. Sin embargo, no es de extrañar. En nuestra cultura la diversidad es menos un valor y su consideración es más un arduo trabajo. Situación diametralmente opuesta a la que C. Lévi-Strauss relató en Historia de Lince la que se resuelve en una apoteosis india de la diferencia. Una bisagra en el plano de la aceptación de las diferencias lo marcan los rituales religiosos o culturales mutilantes, que significativamente se ensañan con los genitales femeninos.

Desde luego, las expuestas son algunas de las cuestiones que fueron llevandome a construir desde una ética de compromiso social y de género. Y a necesitar explicitar mi perpectiva desde el género de mujer autónoma. Una expresión sin el vuelo poético que sí encontré en la afirmación
de Alejandra Pizarnik y que vuelvo a recordar: "Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea".
Setiembre de 2001. Lic. Leonor E. G. Núñez. Psicóloga
Integrante de la Mesa Directiva de la APDH.
Asesora sobre VIH/SIDA en D.O.S.U.B.A. Integrante de Accion Solidaria En Salud.

Resúmen bibliográfico
-Correa, Sonia y Petchesky,Rosalind, 1994: "Los derechos reproductivos y sexuales: una perspectiva feminista" en Elementos para un análisis ético de la reproducción, 2001, UAM, México.

-Infesta Domínguez, Graciela y otros, 1998, "El estudio de la participación del varón en la salud reproductiva: notas para la discusión". En Salud y Población. Cuestiones Sociales pendientes, Bs. As. Espacio Edit., 1998.

-Malfé, Ricardo, 1987. En apuntes de Cátedra Psicología del Trabajo y comunicación personal.

-Núñez, Leonor E.G., 1998: "Aproximación al análisis del impacto de las enfermedades de transmisión sexual y VIH/SIDA en las mujeres argentinas". En Mujeres en los 90', Edición del Centro Municipal de la Mujer de Vte. López, 1998, Pvcia. de Bs. As.

-Pantelides, Edith, 2000: Introducción de Reproducción, Salud y Sexualidad en América Latina, OMS/Biblos, 2000, Bs.As.

-Rodríguez, Marcela y Chejter, Silvia, 1999. En "Reforma del Código Penal en lo relativo a los hoy llamados, Delitos contra la integridad de las personas", CECYM y C. Municipal de la Mujer de Vte. López, Fund. H.Boll, Bs. As., 1999.

-Torres, Sara: comunicación personal.

SALUD, TRABAJO Y PROSTITUCION

"Salud, trabajo y prostitución".
Ponencia presentada en el Foro Internacional de Mujeres Contra la Corrupción
“Los derechos de las mujeres y la corrupción” Del 31-10 al 2-11-2002
Centro Cultural San Martín - Bs. As. – Argentina
Tema: Derechos sexuales de las mujeres
Autora: Leonor E. G. Núñez- Psicóloga-U.B.A.
Introducción:
“Lo concreto es la síntesis de múltiples determinaciones”.
C. Marx.
“La psicología y los psicoanalistas que se desentienden de la
realidad histórica...trabajan sobre abstracciones”.
León Rozitchner.
Desde el campo de la salud y el trabajo investigo la problemática social de la prostitución con metodologías cualitativas. Trabajo con datos obtenidos a partir de observaciones y testimonios de: niñas y niños involucrados en la actividad; mujeres y hombres en situación de prostitución y/o con funciones de encargados de grupos y/o locales, familiares, amig@s, conmpañer@s de estudio, sus parejas (hetero u homosexuales en situación de prostitución, incluídos matrimonios con hijos). También considero en primer lugar: la información aportada por integrantes de equipos de salud y educación (pediatras, psicólog@s -en particular investigadores-, trabajadores sociales, psiquiatras, especialistas en infecciones de transmisión sexual -dermatólogos, infectólogos e inmunólogos- personal de enfermería y docentes). En segundo lugar: activistas, operadores sociales, religios@s, legisladores, jueces y otros funcionarios públicos, telefonistas y recepcionistas de hoteles de alta calificación y eventualmente informantes clave. He utilizado las siguientes metodologías de abordaje: entrevistas individuales de asesoramiento o de psicoterapia, grupos focalizados y/o de reflexión, talleres de capacitación para la prevención y atención de consultas telefónicas. Con la amplia diversidad de fuentes intento corresponder, a la alta complejidad de la problemática social de la prostitución y al directamente proporcional nivel de prejuicios y perjuicios que afectan a las personas involucradas.

Muchos años he dejado decantar los datos reunidos (notas de campo propias, recortes periodísticos, ensayos, investigaciones de otr@s autores y obras literarias). Sin embargo, aun persisten con gran nitidez el recuerdo de dos escenas que, más tarde, me estimularon a sistematizar las observaciones , los registros y la elaboración de hipótesis de trabajo sobre una amplia constelación de aspectos que condicionan y/o determinan las distintas modalidades de la prostitución.

En aquel entonces no existían, como en el presente: tan particulares condiciones geoeconómico-políticas. Como la denominada “globalización de la hegemonía de mercado”, determinante por ejemplo, de la facilitación (por ciertos desarrollos tecnológicos y por la inclusión estructural de la prostitución en las industrias del espectáculo y el turismo) de la promoción, el reclutamiento y la trata de personas para la prostitución. Tampoco existía, el consenso social de su naturalización, como si fuera un trabajo y un sector comercial más (excelentes dispositivos encubridores y justificadores de los efectos dañinos de la prostitución).
Menos aun, su actual e inusitado incremento, su omnipresencia mediática; y el cada día más frecuente y atroz involucramiento de la niñez (1).
Las situaciones a las que haré referencia (2), ocurrieron en los comienzos de la década del 60’. En relación a la época quiero recordar en primer lugar, que si bien en los equipos de salud podían existir sólidos basamentos éticos, los desarrollos del marco ideológico-teórico-técnico de los derechos humanos específicos, sólo eran incipientes.
En segundo lugar, personalmente no tenía en aquel entonces, un particular interés en abordar la problemática de la prostitución.

Sin embargo, para mi sorpresa, ésta problemática social irrumpió con toda su complejidad mientras trabajaba en educación para la salud, tanto en programas de materno-infancia como de lucha antirrábica[LN1] .

Primera escena: Corría el año 1961. Un pediatra, una enfermera, una estudiante de sociología y otra de medicina (opté por psicología varios años después) inaugurábamos en San Martín, Pvcia. de Buenos Aires el Centro de Salud Infantil N° 5 en el Htal. Diego Thompson. Eran muy frecuentes los casos de niñ@s afectad@s por desnutrición, distrofia y tuberculosis. Nuestro objetivo era la detección y el monitoreo del cuidado de la salud de 100 niñ@s desde el nacimiento hasta el año de edad. Se proveía gratuitamente vacunas, medicamentos y, de ser necesaria, la leche adecuada a cada lactante. Una tarde recorría una villa –sin red cloacal y con agua de pozo- de emergencia, como se denominaban entonces, en medio del barro poceado. Visitaba una de las casillas de cartón, chapas, madera y tela. El mobiliario consistía en una cama de una plaza, mesita, ropero de un cuerpo y dos sillas. Me recibe una niña de unos 8 años: “Mamá no está”, dice. “Trabaja?”, le pregunto. “Sí, recibe hombres, pero hoy no”.

Segunda escena: Año 1964. Escuela primaria de Isla Maciel, Avellaneda:
alumn@s y docentes participan en una actividad para la prevención de la rabia humana y animal. Pregunto si alguien ha sido mordid@ alguna vez por un perro. Un niño afirma que conocen a una compañera que fue mordida por un perro pero, ya no asiste a clase “porque ahora anda con la pollerita corta”. A su risa, que tuvo el eco de sus compañeras y compañeros, siguieron algunos detalles más.
Una década después, pude comprobar una de las formas de corrupción más organizada y afianzada en nuestro medio: la confianza vecinal generada por nuestro trabajo comunitario de prevención de la rabia, derivó por entonces, en un inesperado e insólito descubrimiento. Vecinos de Isla Maciel nos demandaron ayuda para enfrentar la proliferación de prostíbulos, los que contaban con manifiesta protección policial.
No obstante, pese a nuestras gestiones solidarias para con los vecinos, lo único que logramos fue entender que; justamente la cadena de interesados apoyos policiales a dichos prostíbulos llegaban, por lo menos, hasta las más altas autoridades del gobierno de la Provincia de Buenos Aires de entonces.

En ésta primera impronta es notable cómo ya podía leerse el anudamiento de aspectos sólo aparentemente inconexos: además de la salud, el trabajo y la prostitución, los estereotipos de los géneros mujer y varón, la vulnerabilidad de las niñas y la corrupción de algunos funcionarios públicos, entre otros.
A la distancia creo que aquella niña y aquel niño, sin saberlo, me estimularon a asumir un compromiso solidario para con las personas directamente o indirectamente prostituídas, y a construir un modelo de investigación-acción que articulara la asistencia, la prevención y la acción comunitaria.

Pero fue recién en 1989, cuando tuve la oportunidad de comenzar a plantear la problemática social de la prostitución como parte de una curricula de capacitación. Así, la incluí en los contenidos de los Seminarios-Taller de capacitación sobre VIH/SIDA para equipos de salud y educación que diseñé, coordiné y dicté en colaboración con otr@s profesionales desde la Facultad de Psicología de la UBA y el Primer Programa Nacional sobre VIH/SIDA del Ministerio de Salud de la Nación (3).
Quiero señalar que si bien, el evitar ceñirme a posibles imposiciones de agencias financiadoras generó por un lado el gran obstáculo de la escasez de recursos materiales, creo que por otro me posibilitó sostener la imprescindible autonomía de criterio que, a mi juicio, ésta temática requiere.

En ésta presentación intentaré desplegar y discutir diversas argumentaciones contemporáneas que coadyuvan, por ingenuidad o interés, a naturalizar a la salud como mercancía, al trabajo como un privilegio de pocos o término legitimador de actividades perjudiciales para las personas y para la sociedad, y a la prostitución como si fuera una actividad socialmente valiosa, individualmente saludable, políticamente correcta y económicamente imprescindible.
Postularé que:
1) la persistencia en éste statu quo necesariamente conlleva a la desmentida de los derechos sexuales de todas las mujeres.
2) se deben defender la salud y el trabajo en sentido estricto y prevenir la prostitución y la trata de personas, tanto como su promoción y el reclutamiento.

Tergiversación de argumentos y de fines
En los últimos años en relación a la salud, al trabajo y a la prostitución se vienen desplegando argumentos que muestran cada vez un mayor refinamiento encubridor de tergiversaciones de sentidos y de hechos. No obstante, es posible demostrar que tales deformaciones de situaciones y tramas argumentales, transitan permanentemente por la ingenuidad, la demagogia o la coacción utilitaria.
Si bien los peligros de llevarse por delante a las palabras vienen siendo señalados desde tiempos remotos, en relación a la problemática social de la prostitución en ciertos ámbitos, aun académicos se observa con frecuencia una tendencia a la trivialización y tergiversación. Creo reconocer en ésta actitud, a una de las consecuencias del miedo pánico a asumir posiciones que podrían ser consideradas políticamente incorrectas, desde sectores supuestamente progresistas o desde lo instituído por las agencias de financiación.
Es curioso, pero ésto ocurre justamente cuando la suerte del que podría ser denominado “experimento macro” (y marco de la posición que creo necesario revisar), el llamado “pensamiento único”, está echada. “Pensamiento único” que fuera caracterizado por I. Ramonet en Le Monde diplomatique de enero de 1995 como: “El único autorizado por una invisible y omnipresente policía de opinión”’iió. Si bien, en el momento de su auge toda crítica al modelo económico de hegemonía de mercado, era descalificada hasta con crueldad, por éstos días, ya comienza a anunciarse su final.

Intento estimular el debate. Pero un debate que revalorice la reflexión crítica al punto de lograr deconstruir antiguos prejuicios y nuevas naturalizaciones.
Con ésta ola de dar por aceptado lo que es, primero se tiende a “ceder en las palabras”; y después, como decía S. Freud, “ya se sabe”...
Durante el régimen nazi se llegó al paroxismo de la estrategia que en la década del 70´ P. Bourdieu y J. Passeron (4) designaron como “violencia simbólica”: la capacidad de imponer, los significados como algo legítimo. Es decir, poder hacer que la validez de significados mediante signos fuera tan efectiva para que otra gente se identifique con ellos. Como recuerda H. Arendt (5): Esta actitud “objetiva” -hablando sobre campos de concentración en términos de “administración” y sobre campos de exterminio en términos de “economía”- era típica de la mentalidad de las SS. Pero el premio a la “objetividad”, siguiendo a H. Arendt, lo merecería el abogado Servatius, defensor de A. Eichmann, quien llega a afirmar que “matar también era un asunto médico”.
Este fenómeno de trastocar el sentido de las palabras -y más allá del inevitable malentendido que siempre supone el lenguaje- es tan actual que el domingo pasado (27-10-02) Santiago Kovadloff (6), reiteraba la afirmación que hiciera Karl Krauss: “La decadencia de los pueblos suele iniciarse con el envilecimiento de las palabras, con el abandono del interés por lo que implican como signos de aptitud para la convivencia, la recíproca credibilidad y la preservación de los matices que hacen posible el pensamiento”.

La globalización del sometimiento
Algunas organizaciones internacionales obligan a ciertos países, incluído el nuestro a girar sin solución de continuidad en un círculo vicioso. Por una parte exigen que los gobiernos reduzcan el tendenciosamente denominado “gasto social”, cuando muy por el contrario se trata de una inversión social. Así, los gobiernos adictos terminan desresponsabilizándose de su obligación de implementar políticas públicas que faciliten a toda la población la satisfacción, por lo menos, de sus necesidades básicas. Por otra parte, imponen tanto la venta de recursos materiales de patrimonio público, como la eliminación del apoyo a la educación pública, al desarrollo científico y técnico, y a la producción nacional. Este cuadro es completado por la exigencia de medidas de privilegio para con el sector empresarial y financiero (también adicto) y la conculcación de los derechos de l@s trabajadores.
Por éstos días recordemos algunos de los efectos, que son sufridos en nuestro país, por tan alevoso sometimiento: empobrecimiento y desocupación estructural, condiciones laborales precarias y en algunos casos esclavizantes, precarización y reducción del sistema de seguridad social con la consecuente exclusión social.
Podría bastar ésta somera descripción, pero como se sabe, siempre es necesario explicitar lo obvio. Con tal situación ha vuelto a poder comprobarse un hecho reiterado hasta el hartazgo en la historia de la humanidad. El empobrecimiento estructural es el determinante primordial de: la caída de la calidad y la esperanza de vida, del aumento de la morbimortalidad infantil, de la aparición y expansión de enfermedades, del padecimiento de condiciones y espacios históricos (7) de trabajo perjudiciales y tambien del incremento y diversificación de la problemática social de la prostitución.
El círculo vicioso al que me refería se cierra con dos elementos fundamentales. En primer lugar, las mismas organizaciones que imponen políticas empobrecedoras al mismo tiempo ofrecen préstamos para paliar los efectos de esas políticas. En 2do. lugar tambien imponen sus globalizadas concepciones generalmente dictadas por la OMC- Organización Mundial de Comercio-. En el caso de la consideración de la prostitución como un trabajo, el emblema “trabajo sexual” comenzó a incluirse en documentos de varias organizaciones internacionales, por ej. OMS-Organización Mundial de la Salud- sin mediar ninguna fundamentación. En su publicación The Sex Sector (8) la OIT sostiene, que los contenidos no son la posición oficial de esa organización. Sin embargo, allí se afirma que la existencia del llamado “comercio sexual” es un hecho justificado por el dinero que produce.

Salud
Estas circunstancias tambien tuvieron particulares consecuencias en el campo de la salud. En las últimas décadas, se produjo una inversión copernicana en los objetivos de muchos de los actores de la salud en general y en un todo de acuerdo con el rediseño impuesto por la globalizada economía hegemónica de mercado. Así los desarrollos obtenidos en el campo de los derechos humanos entre los 70’ y los 80’, se habrían reducido en gran medida a excelentes compendios argumentales, si no fuera por la novedosa capacidad de movilización comunitaria.
Se avanzó con expresiones tales como las de Alma Ata -con la más que incumplida promesa de “Salud para todos en el 2000”- en 1978 (9), el reconocimiento de “Los derechos de los pacientes” por la Declaración de Lisboa de la Asociación Médica Mundial en 1981. Reconocimiento aun muy limitado, pero por aquel entonces, igualmente representaba un cambio favorable hacia las personas enfermas y la Carta de Otawa en 1986 (10) entre otros instrumentos. No obstante, en la misma época, los extraordinarios avances biotecnológicos tuvieron alcances paradojales. En cuanto a técnicas diagnósticas y tratamientos de ciertas patologías graves se desarrollaron recursos de alta complejidad y efectividad. Lo negativo resultó la cada vez más restrictiva accesibilidad. El ejemplo más reciente son las limitaciones a la asistencia y tratamientos de enfermedades impuestas por el Decreto N° 486/02 de Emergencia Sanitaria Nacional.

Al mismo tiempo el compromiso de algunos profesionales integrantes del equipo de salud sufrió, en gran medida, un desplazamiento. Dejaron de interesarse en el desarrollo de sus capacidades para la optimización de la atención personalizada de los enfermos (a quienes se los rebautizó “usuarios”, rol más cercano al de consumidores) para ocuparse de: la operatoria burocrática de la planificación y el llamado, gerenciamiento de la salud, de las nuevas tecnologías y de las instituciones que responden a éste nuevo perfil. Existen estudios que, por ejemplo demuestran en la práctica médica, la pérdida de idoneidad clínica en el diagnóstico y tratamiento de las ITS (infecciones de transmisión sexual) más comunes y antiguas, a partir de la disponibilidad de antibióticos de amplio espectro.
También se producía la conversión de los servicios para la atención de las enfermedades en negocios redituables, la drástica disminución de los ingresos de los profesionales en relación de dependencia y un gran deterioro de sus condiciones de trabajo.
De ésta forma al día de hoy suponer que basta la enunciación del derecho a la salud para garantizarla, resulta en la mayoría de los casos una mera ilusión.

En éste contexto, los profesionales-funcionarios que se autodenominan comercializadores o gerenciadores de la salud, conforme actúen en ámbitos privados o públicos no dudan en imponer (con brillantes argumentos, eso sí): por una parte políticas institucionales o públicas con meros fines personales y/o corporativos (e importantes réditos financieros y/o políticos). Por ejemplo, en cuanto a los insumos colocan por sobre todo argumento en relación a la calidad, la norma del menor costo. La población empobrecida es así sometida a utilizar insumos de baja calidad o nada.
Meritaría un amplio debate la intervención de los profesionales del equipo de salud en los procesos encubridores de ciertas políticas públicas. Si éstas, por omisión y/o defecto, resultaran perjudiciales para la población, implicarían un acto de corrupción?. Particularmente cuando actúan como disciplinados operadores de instituciones internacionales y los despliegues discursivos, aunque falaces, son muy bien logrados demostrando descollantes recursos intelectuales.
Por parte de ést@s personajes sin duda, alcanza cierto pintoresquismo el intento de descalificación hacia quienes permanecemos exclusivamente, en la que denominan “trinchera” de la atención directa de las personas afectadas por enfermedades o problemáticas sociales perjudiciales.
A mi juicio la crisis de credibilidad y confianza que afecta a las comunidades en relación a los equipos de salud está estrechamente relacionada con la situación descripta. Un efecto de ésta crisis es la reivindicación de la experiencia traumática vivida como suficiente crédito para la intervención en acciones de asistencia y/o prevención de diferentes problemáticas sanitarias y/o sociales, por ejemplo: cáncer, VIH/SIDA, prostitución , uso de sustancias psicoactivas, etc. con expresa prescindencia de profesionales del equipo de salud. Un ejemplo palmario es el uso del mote utilizado desde el comienzo de la epidemia de VIH/SIDA por algunos activistas de organizaciones de derechos de los enfermos para referirise al equipo de salud: “mercenarios” (11). Creo que debería resultar un desafío histórico para quienes integramos equipos de salud y educación revertir tal situación.

Trabajo
En palabras de N. Chomsky, en el presente contexto macroeconómico “aumenta la circulación de capitales al tiempo que disminuye la de los derechos humanos”.
Después de la vida el acceso a la salud, el trabajo y la educación son los derechos, más vulnerados. Por añadidura, cuando tratamos sobre los derechos de personas concretas los derechos a la salud y al trabajo son prácticamente inseparables. No obstante, hoy por hoy el anudamiento reviste cierto patetismo.
Ya, ni siquiera puede afirmarse, como lo hiciera Franco Basaglia en la Italia de posguerra, que la salud esté asegurada por el solo hecho de tener trabajo. A las etapas del taylorismo, que descomponía el trabajo en pequeñas unidades standarizando los gestos más elementales y el fordismo que añadía la línea de montaje le sucedió el trabajo autónomo combinado con el ohnismo – o justo a tiempo-, por el avance de las nuevas tecnologías. Pero éste también fue un avance paradójico, porque al hacerse posible la globalización de los mercados de mercaderías, de servicios y de recursos financieros; y al crearse (para la estructura del sistema financiero mundial) una intrincada red de circulación de capitales, también se facilitó la legalización de dinero obtenido por actividades perjudiciales para la sociedad y se trivializó la importancia del trabajo humano.

En nuestro país como denunciara Sylvia Berman en el 95’ (12), la falacia de “presentar a la reforma de las leyes laborales como solución para el desempleo y el camino para la inserción competitiva del país en la economía mundial”, tuvo consenso político. Muy por el contrario, se trataba de aumentar la explotación de la mano de obra y de perfeccionar la tecnología de dominación sobre el trabajo. La política macroeconómica sería así la primera causa de desempleo y de la necesidad de recurrir a la denominada “flexibilización laboral” (recurso eufemístico).
Al respecto Lorenzo Cillario (13) plantea que “las tesis y argumentos de la automatización flexible son válidos sólo desde el punto de vista de los aspectos técnicos y organizativos de la producción, pero falsean lo que ocurre con el elemento humano”...”la dinámica del trabajo humano desaparece como si no tuviese ninguna importancia”.
Todo lo dicho con el corolario de menor ingreso y mayor pobreza.

Desde luego, existen diferentes niveles de análisis. Desde el siglo XVII por la obra de Ramazzini se viene reconociendo al trabajo en general, como factor patógeno en sí mismo. En nuestro país, desde la fundamental investigación de Juan Bialet Massé (14) en adelante, existen innumerables estudios sobre las enfermedades relacionadas con los diferentes puestos de trabajo, es decir, aun cuando sus condiciones no sean precarizadas.

La conceptualización del trabajo humano registra, en el devenir histórico, un particular dinamismo. En la actualidad encuentro una adecuada amplitud de criterio en la planteada desde la Cátedra (Ricardo Malfé) de Psicología del Trabajo de la UBA (15): “Toda actividad productora de valor o valores no sólo políticos, económicos, sociales, culturales o libidinales, valorados socialmente”.
En éste sentido, es posible constatar en algunos sectores la aceptación de la prostitución como si fuera una actividad productora de valores libidinales. Sin embargo, tal posición encuentra un límite a la hora de tener que demostrar que, la prostitución pudiera ser reconocida, asimismo, como un valor social concreto. Dos ejemplos son ilustrativos del pintoresquismo que puede desplegarse en el intento de tal demostración: las denominadas “prostitución sagrada” ( en la antigüedad) o la “prostitución patriótica” (Cuba actual).

Cuando se postula al trabajo como un organizador fundamental, tanto a nivel subjetivo como de la misma sociedad, consecuentemente se presenta la necesidad de establecer un punto de inflexión entre las actividades con un valor social comprobable e históricamente reconocido; y las actividades evidentemente dañinas. De éstas últimas a nivel individual y/o colectivo, son ejemplos paradigmáticos la prostitución, la trata de personas, la tortura o el tráfico de armas y drogas. Unas y otras se diferencian sin atenuantes no sólo por involucrar a la integridad física sino, por sus consecuencias políticas en cuanto al ejercicio de la ciudadanía y la inclusión social. Como destaca C. Desjours en “Trabajo y Desgaste Mental” (Humanitas-OPS, 1990) “lo esencial del trabajo es subjetivo”... “la producción como función social, económica y política entra en juego en el contenido significativo del trabajo con respecto al objeto”. En todas las historias laborales que he reunido en éstos años siempre pude comprobar que, tal como afirma Desjours, “nunca hay una neutralidad de los trabajadores con respecto a lo que producen”.

Por otra parte, considero que la utilización del emblema “trabajo sexual” para referirse a la situación de prostitución constituye un eufemismo (figura retórica) y merita algunas observaciones. En primer lugar, las ilusiones de progresismo de quienes utilizan tal emblema caen cuando recordamos que la “primera ola” de tal concepción (la prostitución como si fuera un trabajo) ya fue planteada por las y los moralistas medievales católicos, cuando la iglesia católica regulaba y recaudaba, por lo menos en España, la por entonces denominada mancebía (16).
En segundo lugar, al evitar nombrar a la prostitución se termina logrando invisibilizar sus efectos dañinos generándose, al mismo tiempo, las condiciones necesarias para su promoción y expansión.
En tercer lugar, acepto que para quienes ya se encuentran en situación de prostitución (o sus familiares) el eufemismo (17) de autodenominarse “trabajadores sexuales” en algún momento hasta puede constituir una válida estrategia defensiva: hay que tener presente que en situación de prostitución la vulnerabilidad de la integridad física y psíquica es la norma.
En cambio, cuando dicho eufemismo es utilizado por activistas, rufianes, funcionarios, legisladores, periodistas u otros actores sociales, cabe preguntarse si (por desconocimiento o interés) no termina resultando una estrategia, obviamente encubierta, de legitimación, de promoción y/o reclutamiento para la prostitución, y por extensión también para la trata de personas.
Sería por lo menos una ingenuidad olvidar que, ésta “nueva ola” de reivindicar a la prostitución como si fuera un trabajo más ocurre justamente en momentos en que, la desocupación es considerada estructural y los puestos de trabajo sufren una degradación inédita.

En éste desalentador contexto resulta auspicioso el significativo planteo del Director de la OIT en la 3ª. Conferencia Ministerial de la OMC 30-11 al 3-12-1999: “Un trabajo decente para todos en una economía globalizada”. Las características que debería reunir el denominado “trabajo decente”, actualmente tan promocionado, sería el trabajo que se realizara en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana. Para fomentar el trabajo decente la OIT considera cuatro objetivos 1) lograr el respeto universal de los principios y derechos fundamentales en el trabajo, 2) crear más oportunidades de empleo y de ingresos para mujeres y hombres, 3) ampliar la protección social y 4) promocionar el diálogo social. Aunque es obvio, resulta necesario señalar que tales principios resultan totalmente contrapuestos a las situaciones de prostitución. Entonces se puede considerar, por lo menos como una política institucional ambigüa, el hecho que la misma OIT publicara un año antes The Sex Sector.

Prostitución
Cómo, donde y cuándo comenzo LA “NUEVA OLA” DE la denominación de “trabajo sexual”.
K. Kempadoo (18) comentando la teorización de Thanh-Dam Truong de fines de los 80’ sobre el concepto de trabajo sexual, llega a afirmar: “El trabajo de Truong nos permite conceptualizar el intercambio de sexo por dinero como una actividad que involucra la venta de poder y energía de trabajo sexual, no el cuerpo de una persona, lo que permite comparar la prostitución con una forma de trabajo asalariado”.
Y por si cabría alguna duda, agrega más adelante:
“ (El “trabajo sexual”) Puede ser la base de movilización en luchas por condiciones de trabajo, derechos y beneficios y por formas de resistencia más amplias contra la opresión de las/los trabajadoras/es en general y de las mujeres en particular”.
Así como así, queda convertido entonces, en paradigma del trabajo humano. Claro que, ya se sabe, los únicos animales argumentadores somos los humanos y podemos armar argumentos para todo.
Pero en realidad, como dije antes, la consideración de la prostitución como si fuera un trabajo más viene de antiguo (reitero la referencia a predicadores y moralistas católicos medievales reglamentadores de la vida de las mujeres de entonces). Es sintomático que en los últimos años
haya resurgido de la mano de la globalizada economía de mercado. Es que como afirmaba León Rozitchner, en nota de Pag.12 el 1°de junio de 2001 “en la sociabilidad del capitalismo de mercado las relaciones son de compra venta”. La diferencia entre la antigua y la nueva ola estriba en que ya no se trata sólo de instaurar un etiquetamiento estigmatizante para el control de las mujeres, estén o no en situación de prostitución. El emblema de “trabajo sexual” opera como coartada frente a la desocupación estructural. Está claro que han conseguido articularse armoniosamente, aspectos de muy diversa índole. Desde supuestas necesidades privativas del sexo masculino hasta la desesperación de muchas mujeres por satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia. Por ésto propongo un cuestionamiento crítico, porque , a mi juicio, se trata de las políticas y de las éticas en juego.

Ya el economista Pierre Salama planteó en el 2000 la funcionalidad de la corrupción con el modelo económico de la hegemonía de mercado. Y la corrupción es intrínseca de la prostitución como institución, sobre todo si se reglamenta. Las lecturas de ingenua o interesada parcialidad saltean siempre las referencias sobre éstas afirmaciones, extensamente documentadas.
Por éstas razones desde 1998 (19) comencé a expresar públicamente la imprescindible necesidad de un sólido compromiso ético-político. La razón es, además de una posición ética, estratégica. En relación a la prostitución no se trata simplemente de operadores delictivos a secas. El manejo a pequeña o a gran escala estuvo y está en manos de organizaciones “mafiosas” (20) Es decir organizaciones delictivas que operan exclusivamente por connivencia con sectores políticos.

El cuestionamiento, a la consideración de la prostitución como un trabajo más, está dirigido no sólo a quienes sin estar implicad@s directamente en la prostitución sostienen que se trataría de un trabajo como cualquier otro. También me refiero, a quienes directamente promueven o gerencian el recientemente bautizado “sector sexual” (8). Curiosamente el límite de las argumentaciones de ambos grupos a veces se torna borroso.

En algunos casos llega a sostenerse:
1) que ésta actividad sería adecuada para garantizar el bienestar o la supervivencia de la familia de la mujer involucrada (21). Cuando en realidad los efectos dañinos de la prostitución los hemos comprobado hasta el hartazgo en cualquier lugar del planeta y no se reducen sólo a aspectos físicos o de la subjetividad profunda individual. Los daños también afectan a las configuraciones vinculares, a su estatus de ciudadanas y, particularmente, al entorno familiar.
El psiquiatra español Francisco Orengo refirió en el Simposio
Internacional sobre Prostitución y Tráfico de Mujeres con fines de
explotación sexual realizado en Madrid en el 2000, una serie de
estudios que coinciden en dar cuenta de los daños sufridos por
mujeres en situación de prostitución. Como ejemplo en un estudio
sobre 475 mujeres de 5 países, incluído Estados Unidos, el 90 %
había experimentado violencia.
El 67 % presentaba stress postraumático. El abuso sexual infantil
oscilaba entre el 50 y el 90 %, según los estudios considerados.
Puntualmente señala, “la incidencia del carcinoma de cuello de úte-
ro es mucho más elevada en éste tipo de población”. En resumen
su experiencia confirma “los efectos devastadores de la prostitución
sobre la salud de las mujeres”.
2) que la marginalidad de las mujeres involucradas en la prostitución
se debería a las leyes que prohíben o ilegalizan la prostitución.
Cuando, por lo menos en nuestro medio, la prohibición se refiere
exclusivamente al proxenetismo y la existencia de prostíbulos.
Aquí vale aclarar, aunque es obvio, que quienes defendemos los derechos de las mujeres sostenemos que se debe penalizar exclusivamente a quienes
las prostituyen, las reclutan, las trafican, ejercen contra ellas alguna otra forma de violencia o promueven la prostitución.


3) Que sería intrínseca a la naturaleza humana. Considero que la naturalización viene produciendo por lo menos tres efectos secundarios:
- A) De censura y descalificación: sobre los argumentos cuestionadores de la moda de considerar a la prostitución como si fuera una salida laboral.
- B) De promoción a través de medios masivos de comunicación social: Por ej. Pág 12 publica en el suplemento para jóvenes de los jueves la historieta “Clara de Noche”. La protagonista como bien señala Marta Vasallo (22): ...“no tiene detrás proxenetas, ni empresario, ni se cruza con un policía, no paga coimas: es una fantasía (masculina) total”. La única vez que los responsables aludieron a las innumerables cartas, denuncias y protestas (enviadas por personalidades y organizaciones de derechos humanos, algunas de mi conocimiento, las que por otra parte, jamás reprodujeron), lo hicieron justificando la continuidad de su publicación en la libertad de expresión. Recordemos que ocurre lo mismo con la pornografía, la libertad de expresión funciona como coartada perfecta en todo el mundo. Es curioso como olvidan este derecho quienes omiten o censuran a puntos de vista cuestionadores del statu quo.
- C) De reclutamiento por ejemplo en organizaciones gremiales del espectáculo: como bien lo ha documentado Sara Torres (23) se establece a través de aparentes demandas laborales. Al respecto, una graduada universitaria, en las semanas previas al último mundial de fútbol, me interpeló cuestionando la eficacia de nuestras actividades preventivas y la falta de difusión sobre los riesgos a que se exponen (en algunos casos) quienes, por ejemplo buscan trabajo como actrices. Había participado en un casting para un film de cortometraje en una institución gremial, que se suponía confiable. Sin embargo, al culminar las entrevistas de admisión le propusieron que ni bien llegara a Japón -le aseguraron que ellos le pagaban el pasaje- trabajara en un bar mientras se realizaban los preparativos de la filmación. En relación al idioma, le garantizaban que no tendría problemas porque “allá la esperaban un argentino y un mexicano”. Estoy totalmente de acuerdo con su crítica.

El problema, compartido con las mujeres que están involucradas en la prostitución, es que a todas las mujeres nos quieren convencer que la prostitución:
1) tendría que ser aceptada sin discusión alguna por considerarla la actividad más antigua. Falsedad histórica que oculta la más precoz aun existencia de la actividad de los secuestradores-torturadores, quienes por el criterio anterior quedarían automáticamente legitimados (23). Y respecto de las mujeres secuestradas recordemos el colmo de la afirmación de Heródoto: “si ellas no lo quisieren de veras nunca habrían sido robadas”.
2) sería una necesidad de los varones para evitar males mayores, como coincidentemente planteaban: San Agustín (25) al creer que “la prostitución femenina era necesaria para evitar la lujuria generalizada”, Santo Tomás comparando a “la prostitución con una cloaca cuya supresión podía dar lugar a la contaminación del palacio” y más recientemente la rufiana uruguaya Naná (26) al afirmar que “(con la prostitución) se cuida a los matrimonios porque los maridos no abandonan a sus mujeres, como ocurre en cambio cuando tienen amantes”.
3) sería una actividad inocua. Cuando se tienen sobradas pruebas de los daños fisicos y psíquicos que resultan en el desempeño de cualquier rol. Particularmente la violencia física contra las mujeres es una constante. Pero además, por. Ej. así quedan invisibilizados los casos de eyaculadores precoces en demandantes compulsivos de prostitución. Ni qué mencionar su actual articulación con la distribución y comercialización de diversas drogas.
4) Como la problemática de la prostitución es así y siempre fue así habría que analizar si las mujeres eligieron o fueron obligadas. Cuando en realidad: lo que estamos cuestionando es la institución prostitución y no a las mujeres.
5) Afectaría menos a las mujeres que se involucraran un día después de cumplir los 18 años. Quienes venimos asistiendo a mujeres en situación de prostitución constatamos permanentemente que existen antecedentes de violencia y/o prostitución personal y/o familiar anteriores a esa edad, en la gran mayoría de los casos. La excepción de mujeres que se involucran siendo adultas –aunque en reciente crecimiento- aun no hace a la regla. También resulta discutible el argumento de una supuesta “libre elección” ya que siempre se ejerce contra la mujer prostituída algún tipo de coacción simbólica, física o vincular.
6) Sería un trabajo por el sólo hecho de recibir remuneración. Es el criterio que también ha comenzado a circular en relación a la comercialización de drogas. El sociólogo Löic Wacquant sostiene que en las villas miseria “trabajo hay, y mucho”, refiriéndose a los jóvenes que controlan el tráfico de drogas.
7) A partir del trabajo de 1998 de Lin Lean Lim de la OIT debería considerarse un sector industrial más por el gran cúmulo de dinero que produce.

En qué afecta la prostitución a los derechos sexuales de las mujeres?
De acuerdo con Sonia Correa y Rosalind Petchesky (27) considero cuatro componentes principales en las bases éticas de los derechos reproductivos y sexuales:

I. La integridad corporal. En el trabajo de asistencia con mujeres involucradas en la prostitución y particularmente si son niñas, la confidencialidad es un imperativo básico. Los riesgos de perjuicio son concretos, reiterados y de público conocimiento. Como lo demuestra el ensañamiento actuado en los recientes crímenes contra mujeres en situación de prostitución ocurridos en Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires.

II. Ejercer como persona: (Ejercer la autonomía personal). Este aspecto es la diferencia fundamental de la prostitución con cualquier otro tipo de actividad que pueda tener estatus de trabajo. Según referencia de personas en situación de prostitución todo prostituidor siempre demanda sometimiento. Y lo suelen enunciar apelando a una frase emblemática del imaginario social, cuya significación va más allá de la problemática de la prostitución: “el que paga manda”.

III. Igualdad. La relación humana que se establece en situación de prostitución, siempre asienta justamente en lo contrario.

IV. Respeto a la diversidad. Los estereotipos anulan todo reconocimiento de ciudadanía.

La restitución de los derechos a las mujeres involucradas en la prostitución también pivotean sobre la concientización de quienes permanecen fuera de tal situación. Abundan las pruebas en relación al sostén de los perjuicios que sufren a diario: estereotipos y prejuicios descalificadores y estigmatizantes. Como si se aceptara un valor diferencial de las vidas humanas. Se requiere un compromiso ético- político transparente en cuanto a sus medios y fines. La institución de la prostitución como trabajo demostraría el fracaso de una ética política de defensa de los derechos humanos. En suma el fracaso de la política en sí misma.
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ANEXO – SISTEMAS DE LA PROSTITUCION
SISTEMA PROHIBICIONISTA
-Judicializa y reprime a todas las personas que se involucran en ella. Habitualmente promueve el surgimiento de la explotación clandestina y agrava la situación de las personas prostituídas ya que las asocia con la delincuencia y las empuja hacia ella como único refugio para su actividad ilegal. Refuerza la dependencia hacia el proxeneta.
SISTEMA REGLAMENTARISTA
-Prevé identificación y puesta bajo control policial de las personas prostituídas. Elimina la clandestinidad pero conlleva la legitimación del proxenetismo. Encierra a las mujeres en prostíbulos o en zonas determinadas en las que quedan a merced de los rufianes. Si salen de allí a trabajar como callejeras quedan a merced de la policía. Se las somete a revisaciones médicas que no soporta el resto de la población. En Argentina fue la estrategia jurídica desde 1875 hasta 1936, época en que florecieron las organizaciones Zwi Migdal (28) y Varsovia, entre ambas llegaron a poseer 2000 prostíbulos, también traficaban mujeres. “El efecto básico de la intervención del Estado en el control de la moral pública es transformar lo privado en clandestino” (29).
SISTEMA ABOLICIONISTA
-Propugnado por la ONU y organismos de DDHH. Preconiza la abolición de toda reglamentación y propone que sea sustituída por el derecho común. En Argentina desde 1936 están prohibidos los prostíbulos. La Convención para la Represión de la trata de Personas y Explotación de la Prostitución ajena y el Pacto de San José de Costa Rica impiden legalizar la prostitución.
Comentario: Los sistemas Prohibicionista y Reglamentarista tienen el
rasgo común de judicializar una problemática social que en
cambio requiere políticas públicas que efectivicen el
ejercicio de los derechos humanos básicos.

NOTAS BIBLIOGRAFICAS

1.Silvia Chejter: La niñez prostituída, UNICEF, Bs. As., 2001.
Aunque la problemática de la niñez prostituída excede las posibilidades
de espacio de ésta presentación, creo importante referir que: 1) En
nuestro país ésta práctica está instituída y ha sufrido un notable
incremento, como en otros países desde el comienzo de la epidemia de
VIH/SIDA, en particular como corolario de la antigua y obviamente
errónea creencia de supuesta cura de infecciones de transmisión sexual
por medio de relaciones sexuales con niñas o niños. 2) Además de los
datos reunidos personalmente tengo presente, la denuncia de “casa
(prostíbulo) que ofrecía niñas y niños” formulada en 1988 por una
médica de una provincia –confirmada tiempo despues por una colega
psicóloga que se desempeñaba en la Justicia- , la investigación de Lucía
La Bruna de Andra en Buenos Aires sobre las “niñas floristas” y a las
innumerables pruebas reunidas por los Consejos de Niñas y Niños, se le
ha sumado éste documentado: “Estudio sobre explotación sexual
comercial infantil: La niñez prostituída”.
2. Notas de campo propias.
3. Leonor E.G. Núñez: Informes de Avance del Programa Comunitario Frente al SIDA 1989/1994, Facultad de Psicología de la UBA. Fotocopiado de distribución interna.
4. Harry Pross: La violencia de los símbolos sociales, Edit. Anthropos, Barcelona, 1983.
5. Hannah Arendt: Eichmann en Jerusalén, edit. Lumen, Barcelona, 3ra. Edición, 2000.
6. Santiago Kovadloff: Nota del diario La Nación.
7. En relación a las condiciones y el medio ambiente de trabajo desde que me desempeñara como docente de la Cátedra de Psicología del Trabajo (UBA) he postulado que: como nos referimos a espacios habitados por personas, el medio ambiente deviene espacio histórico. Por ésto considero que la expresión Condiciones y Espacio Histórico de Trabajo (CYEHT) es más adecuada que la habitual de Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (CYMAT).
8. Lin Lean Lim: The Sex Sector, ILO, Suiza, 1998.
9. Atención Primaria de Salud, OMS y UNICEF, Alma-Ata, URSS, 6 al 12-09-1978.
10. Carta de Otawa: Primera Conferencia Internacional sobre Promoción de la Salud, Canadá, OMS, 17 al 21-11-1986.
11. Es línea editorial de POZ en español, Salud, esperanza & SIDA, N.Y. números de 1999/2000.
12. Sylvia Bermann, Trabajo precario y Salud Mental, Narvaja Editor, Córdoba, 1995.
13. L. Cillario et al.: La sociología del Trabajo, Centro Editor de América Latina, 1992.
14. Juan Bialet Massé, Informe sobre el Estado de la Clase Obrera, Hyspamérica, Bs. As., 1986.
15. Alicia Le Fur: Concepto de Trabajo, Ficha N° F 4926 de la Cátedra de Psicología del Trabajo de la UBA, Bs. As.
16. Fco. J. Vázquez, Coord. : Mal Menor, Políticas y representaciones de la Prostitución (Siglos XVI – XIX), Publicaciones de la Univ. de Cádiz, 1998.
17. Diccionario María Moliner. Eufemismo: (Del griego «euphemismós», de «euphemós», adj. aplicado al que habla bien, comp. con «pheme», modo de hablar —v. «FA- [fe-]»—, y el prefijo «eu», bien.) Expresión con que se substituye otra demasiado violenta, grosera o malsonante. (V.: «*atenuación. ÔHipocorístico».) ¤ Se incluye entre las *figuras retóricas.
18. Kamala Kempadoo: Una reconceptualización de la prostitución. Obtenido de www.lolapress.org (sin fecha).
19. Leonor E. G. Núñez, “Llamado al compromiso ético-político frente a la prostitución de niñas y mujeres”. Documento leído en la Sesión Abierta de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires el 6-03-1998 en un acto conmemorativo del Día Mundial de la Mujer, organizado por la Comisión Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud. Impreso y Distribuído por Acción Solidaria En Salud – A.S.E.S. (ONG), Buenos Aires.
20. Giuseppe C. Marino: Historia de la Mafia, J. Vergara Editor, Bs. As. , 2002. Según G.C. Marino el término, “mafia” provendría de la palabra árabe “maha fat” que significa protección, inmunidad o exención. En ésta obra se refiere exclusivamente a la organización siciliana, pero es de uso común designar como mafiosas a organizaciones de cualquier país. El aporte de éste autor es el énfasis puesto, en la necesidad de reservar exclusivamente a las organizaciones criminales con connivencia política, la denominación de mafiosas.
21. Trabajo y Salud- Bienvenida en Holanda (sic), Folleto, SOA, Utrecht, 1993.
22. Marta Vasallo: “Vetusta fantasía para progres”, Nota en El Espejo, Oct. 2001, Bs. As.
23. Sarita Torres: Referente Argentina de la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres (C.A.T.W.). Comunicación personal.
24. Heródoto: Los nueve libros de la Historia, Libro I, pág. 16, El Ateneo, Bs. As., 2da. edición, 1968.
25. Donna J. Guy: El sexo peligroso, Cap. I, Edit. Sudamericana, Bs. As., 1991.
26. Héctor D’Alessandro: Naná, Edit. Monte Sexto, Montevideo, 1991.
27. Sonia Correa y Rosalind Petchesky: “Los Derechos Reproductivos y sexuales. Una perspectiva feminista. En “Elementos para un análisis ético de la reproducción”, Coord. Juan G. Figueroa, Edit. Univ. Nacional Autónoma de México, 2001.
28. Gerardo Bra: La Organización Negra, Corregidor, Buenos Aires, 1999.
29. Emilio Lamo de Espinoza: Delitos sin víctimas, Alianza Editorial, Madrid, 1989.
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www.rimaweb.com.ar
www.redfeminista.org (España)

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